Con la reciente investidura de Obama para
un segundo mandato y teniendo en cuenta los últimos acontecimientos (bueno, ya
un poco antiguos) en Estados Unidos respecto al llamado “abismo fiscal”, en las
últimas semanas los políticos norteamericanos nos han demostrado a los
habitantes de esta pequeño mundo llamado Tierra las características de las
derechas y las izquierdas en ese país, pero que yo creo que es posible
generalizarlas a todos los países del mundo, porque las ideologías no son tan
diferentes.
Empezando por la defensa a ultranza de las
clases altas de la derecha (léase republicanos en Estados Unidos) y pasando por
la defensa de las clases medias y medias-bajas de la izquierda (léase
demócratas en EE. UU.), hasta llegar a los recortes del gasto público y de las
ayudas sociales que ambas ideologías defienden, pero con distinto alcance y
lugar/clase de aplicación de dichos tijeretazos (también incardinados en su
ideología y en su ADN político), todo el asunto se resume en que un partido
intenta demoler las medidas de gobierno del otro (o a su presidente, como en el
caso del “abismo fiscal” en USA) para demostrar que sus recetas son mejores (o
más adecuadas para el momento).
Todo es más o menos igual en todos los países
del mundo (y del universo, si me apuras, jejejeje). Lo que me hace preguntarme
una cosa, aunque la respuesta a ella es que no (o por lo menos, no si todo va
bien. Si las cosas se tuercen a veces sí que lo hacen): ¿por qué demonios no
piensan en el país y en sus ciudadanos y no solo en mantener sus puestos y sus
ideas aunque todo se vaya por el desagüe? Lo dicho, amigas y amigos lectores.
Nunca se pondrán de acuerdo si no les va la vida (o el puesto) en ello.